En lo últimos años hemos comprobado como Internet ha logrado universalizar más la fama, incluso democratizarla, dirán muchos. Y es que esta herramienta ha permitido que muchas personas anónimas se conviertan en populares de la noche a la mañana, a una velocidad difícil de asimilar incluso para ellos. Cantantes, artistas, modelos o simples personas anónimas que han aparecido en un vídeo compartido millones de veces, o han destacado por un tweet o una foto en redes sociales. El poder de Internet en este sentido es brutal y hay que saber muy bien cómo utilizarlo si no queremos acabar aplastados por la misma rueda que nos puede conducir al éxito. Si la televisión tenía también ese mismo efecto hace unas décadas, las cosas con Internet se han vuelto incluso más locas. Las redes sociales han supuesto un verdadero punto de inflexión en este sentido, permitiendo que cualquiera pueda llegar a millones de usuarios.
¿Cómo conseguirlo? Dependerá de lo que quieras lograr y adónde quieras llegar. Por ejemplo, un cantante debe subir canciones habitualmente a sus perfiles y compartirlos, para que su masa de fan se haga cada vez más grande. Una modelo puede subir también fotografías que llamen la atención de las agencias y los representantes. El talento parece una condición imprescindible, eso sí, porque la democratización de las redes sociales también las ha llenado de aspirantes. La competencia ahora es más feroz que nunca, incluso en industrias como la del erotismo, que está esforzándose por dar respuesta a la inmensa demanda de contenido que hay en estos momentos. El sexo ha sido uno de los temas más buscados en Internet, y no es de extrañar que en una época como esta consumamos más porno que nunca. Jamás había sido tan fácil alcanzar ese contenido, tenerlo tan a mano. Tanto es así que la industria rastrea constantemente las redes sociales en busca de nuevas estrellas a las que aupar a la cima. Y lo más sorprendente es que aparecen más de las que uno podría imaginar, entre esas influencers que destacan por sus fotos de moda. El caso de Kenzie Anne es seguramente el más fascinante de todos.
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